Graduación espartana en San Agustín de Guadalix
Hace ya tres años desde la primera vez que oí hablar de la Spartan Race, en aquel momento calificada como “la carrera más dura del mundo”. Tres años desde aquella primera vez en que decidí lanzarme a ver qué era eso y que he repetido hasta 9 veces más: las dos últimas el pasado fin de semana.
Tras el chasco que supuso Valencia reconozco que a estas dos carreras iba con menos motivación que en otras ocasiones. También supongo que la veteranía te permite ver las cosas de otra forma: antes tenías pesadillas con los burpees y ahora los ves como un trámite si no superas un obstáculo.
Pese a todo no quiere decir que estos meses me haya descuidado: al contrario, mis entrenamientos han sido muy intensos, he corrido todo lo posible y sabía que me veía en la línea de salida mejor preparado que en otras ocasiones. Como viene siendo habitual cada vez que hay Spartan en Madrid iba a correr las dos distancias: Super el sábado y Sprint el domingo, y mi intención, al ir solo, era ir a machete.
El sábado por la mañana quedé con Sergio (@Pitufollow) y Rubén (@rvbengarcia) para ir los tres hasta San Agustín de Guadalix. Para ellos el reto era aún mayor dado que el sábado corrían la Spartan y el domingo la maratón de Madrid. Con un par. Llegados al festival y tras hacernos las fotos previas les dejé en línea de salida mientras yo hacía tiempo para la salida de mi tanda (9:45). Mientras, vi caras conocidas: Nast (@sofito), Irene (@ireitoski) o Jose (@jose.andreu) y otras a quienes no tenía fichadas aún como el caso de Aina (@aiinaamg) o Benja (@benjamintristancho).
Llegó la hora de salir, y decidí salir de los primeros para avanzar todo lo posible y evitarme los tapones previos. Mi intención era estar pendiente de la información del pulsómetro y correr de forma consciente. La estrategia salió bien: crucé sin problemas los primeros muros, pasé el río un par de veces y el ritmo de carrera era muy bueno.
Tras un muro de 8 pies tocó la prueba de memoria, con el código CHARLIE-086-5067 que repetiría en mi cabeza hasta el final de la carrera. Seguidamente tocó una cuesta rompecorazones en la que si querías avanzar era imprescindible ir a gatas.
En la multirig volví a encontrarme con Irene, y para que no palmase burpees le eché una mano llevándola a caballito, pese a que una voluntaria histérica que no se había leído el reglamento decía que no estaba permitido. En mi caso logré superarlo por primera vez. Seguimos con pruebas familiares como el Atlas Carry, Hobie Hop, bucket carry, el Stairway to Sparta (que me encanta) o la pared invertida. Palmé la escalada en pared horizontal, aunque avancé dos tramos, algo que me parecía impensable hace tiempo.
El recorrido transcurría muy rápido y me veía como nunca, viendo posible rebajar mi tiempo de 2:30 del año pasado y adelantando a la gente. No obstante sabía que en el tramo final palmaría burpees, y así fue en la cuerda, la escalera inversa por ir a lo loco y no pensar en cómo pasar el obstáculo, o en el Olympus, donde me fallaron los brazos justo a punto de tocar la campana.
Donde sabía que me iban a tocar burpees sí o sí fue en la jabalina, y lo pasé un poco mal por culpa de un tirón inoportuno en el sartorio. Aún así lo que restaba era puro trámite: pirámide cargo, pista americana y fuego. Según mi pulsómetro hice 13 kilómetros clavados con 345 metros de subida y 330 de bajada en 2:16. No podía pedir mejor resultado.
El domingo volvió a sonar el despertador pronto. Misma rutina, mismo trayecto desde Madrid hasta San Agustín, y en esta ocasión me acompañaba Alex (@elrond90), que quería ver cómo era el ambiente. En mi tanda tuve la oportunidad de compartir el entrenamiento con Bea Crespo, una Espartana con mayúsculas, y una grandísima entrenadora, que lideraba un equipo de Prisa y que durante ese rato me hizo sentir parte de ellos.
Al igual que el sábado salí disparado: si en la Sprint sales bien puedes hacer buen tiempo. A pesar de todo se notaba el cansancio y que el día anterior apenas había bebido agua, por lo que al principio estaba un poco mareado. Nada más comenzar, y mirando el recorrido de vuelta, vi que tocaba prueba de memoria (ALPHA-100-8361), lo que me pareció un poco WTF para un trayecto tan corto.
Al ser un recorrido de casi 6 kilómetros y que el desnivel era mínimo pude aprovechar para correr todo lo que pude. Aún así volví a palmar la trepa de la cuerda, el Olympus y la jabalina, pero prometo tomarme la revancha pronto. En el tramo final tuve la suerte de coincidir con Irene de nuevo, y con Elvira y Tere (ladyburpees para los amigos) y se agradece encontrarte con caras conocidas. En total fueron 5,90 kilómetros con 60 metros de desnivel de subida y bajada. Más llana no pudo ser.
Con la carrera concluida y una vez duchado con un buen chorro de agua fría que agradecí como nunca volví al festival para animar a mis amigos Dani, Adri y Cris, que corrían a las 13:15. También me encontré con Rafablue, y aproveché para darles consejos de cómo pasar algunos obstáculos e indicares que estuviesen atentos a las pruebas de memoria. También aprovechamos para probar los obstáculos del festival, y de paso fliparme en la barra de dominadas.
Nunca había estado tanto tiempo en el recinto de la carrera, exceptuando la Beast de Barcelona y es curioso ver la carrera como espectador. Es genial animar a la gente mientras corren y especialmente cuando ves a tus amigos. Aproveché para hacerles vídeos y fotos de todas sus pruebas que ayudan a hacer el vídeo final un poco diferente, al no poner todo el rato mi perspectiva de la GoPro.
Mientras ellos pasaban la pista americana, el speaker nos contó la historia de un corredor que me puso los pelos de punta: se trataba de Álvaro, un chaval que hacía dos años corrió la Spartan en Rivas y meses después. por una lesión medular, sufrió una hemiplejia. Sus amigos corrían con él y fueron haciendo piña. Tanto el resto de corredores como los espectadores no parábamos de aplaudir y jalearle. Y no podía parar de pensar que gente así, que pese a sus limitaciones se pone delante de la vida y le dice “aquí estoy”, son más campeones que el que llegó primero a meta.
Para no alargarme mucho más, que el post ya de por sí es denso, puedo decir que me siento muy satisfecho con mi rendimiento en las dos carreras. Hay margen de mejora, especialmente cogiendo confianza en los equilibrios y en las pruebas de agarre, pero hay mucha progresión desde la primera Spartan hasta hoy, 10 carreras mediante. Tengo claro que mi distancia es la Super. La Sprint es divertida, pero se me hace escasa y la Beast está bien para correrla una vez, pero fue un desgaste mental que no estoy seguro de querer repetir, al menos de momento.
Creo que tras 10 carreras, estas dos últimas han sido la graduación espartana, si es que puede decirse así. Posiblemente el año que viene corra la Super de nuevo en Madrid, pero también tengo ganas de probar nuevas cosas: sigue rondándome la idea de meterme en un box, me gustaría hacer algún trail cortito por la sierra, pero sobre todo con el propósito de divertirme. Sea como sea seguiremos haciendo que todo cuente y guardando buenas experiencias como las del fin de semana pasado.
Muy grande Anto!! A ver si te animas también a venir a la de Barcelona ;)