Spartan Beast Barcelona 2016, objetivo cumplido
El pasado sábado se celebró en Les Comes, Barcelona, la Spartan Race Beast, y ahí estábamos Dani, Adri y yo, dispuestos a completar nuestra trifecta tras las carreras de Madrid en mayo. Seguramente ha sido el reto más duro y complicado al que nos hemos enfrentado. Cuando en estos días la gente me ha preguntado cómo fue la carrera siempre he respondido que era muy muy dura. Y es que la Beast son palabras mayores.
Desde que me inscribí en noviembre del año pasado la Beast estaba ahí, como algo que tocaba, pero nunca llegaba. Tras las Spartans de Madrid tocó ponerse las pilas todo el verano, y he tratado de entrenar la distancia todo lo que he podido, con los medios que había, y aún con esas, creo que no la he preparado todo lo que debiera, y la carrera te pone en tu sitio.
A las 8:15, con el sol empezando a asomarse iniciamos la carrera. Nos esperaba un recorrido de 24 km, 2500 metros de desnivel positivo y 2100 de bajada. Los primeros obstáculos fueron los habituales: saltar muros, cruzar charcas de agua congelada, y cargar muchas cosas: sacos, troncos, cubos con grava, neumáticos que se clavaban en los hombros… todo ello pasando por caminos de cabras y con el temor a desestabilizarte.
Poco a poco el recorrido se animaba con cuestas y obstáculos de equilibrio en los que palmé burpees, así que tengo que insistir en este tipo de ejercicios. No sé cuántas veces nos tocó arrastrarnos por barro, aunque tuvimos la suerte de no tener que sumergirnos por debajo. De ahí llegamos a las monkey bars, en las que, por un mal gesto en la penúltima anilla, me tocó pagar burpees. Pese a ello, afronté este obstáculo mejor que en Madrid, también por la suerte de llevar magnesio líquido. También nos tocó la cuerda, imposible de subir de lo resbaladiza que estaba.
A partir de entonces el terreno se empezó a complicar, con un terreno muy exigente y con obstáculos que te dejaban fundido por su ubicación: Atlas Carry (cargar una bola de unos 20kg, hacer 5 burpees y volver con ella), el arrastre de carretilla, la jabalina o el arrastre de neumático. Además, volvió a tocarnos la prueba de memoria, en mi caso con el código YANKEE-322-7038.

Memory Board: Tu peor pesadilla
Y tras eso nos subimos TODAS las montañas de Les Comes, con vistas espectaculares, pero con unas cuestas que te dejaban fundido, haciendo mella en tus pensamientos. Subíamos una montaña, no había nada arriba y bajabas por un camino en el que podías resbalarte, incluso con tramos de roca viva. Pasaban los kilómetros y el final se oía como un murmullo tras las montañas, pero aún no se vislumbraba. En este tramo se nos unió Sonia, que estaba reventada del recorrido, pero aguantó como una buena espartana.
En lo alto de un collado nos preguntaron el código. Acerté, pero me derrumbé: sólo tenía ganas de llorar y que se acabase pronto todo. Lo que me remató por completo fue la carga de cadenas de 30kg por un camino bastante complicado, pero había que seguir sacando fuerzas. Fallé la jabalina de nuevo, pero ya quedaba muy poco. Un paso por tres pozas, tres pirámides (red cargo, muro con trepa y pared resbaladiza) y el gateo por debajo de un coche me animaron de nuevo y me puse a correr como un loco. 5 horas y 49 minutos después, Adri, Dani y yo parábamos el reloj saltando el fuego locos de felicidad.
Como he dicho, la Spartan Beast es una carrera muy dura, y no sólo se requiere de buena forma física, sino también de buen control de las emociones para afrontarla positivamente. Al fin y al cabo pagamos para pasarlo bien. También me parece importante hacer esta carrera en equipo. En mi caso Dani y Adri fueron los mejores amigos y compañeros con los que he podido correrla, y sin ellos no sé qué habría pasado. Por último, llevar avituallamiento propio y que esté cerrado herméticamente te permite estar con energías todo el recorrido, y se agradece llevar un camelback. Sí que eché de menos algo de fruta en los avituallamientos, más allá del agua, los geles y Powerade.
Tras unos días reflexionando, creo que pese a haber sido muy jodida, la Spartan Beast es una carrera que te ofrece una experiencia brutal. Sufres muchos altibajos, pero te ayuda a enfrentarte a ti, a tus miedos y pone a prueba tus límites. Todo el mundo que corre Spartan Sprints y Supers debería intentar hacerla al menos una vez. Sufres, lloras, uno se pregunta qué está haciendo ahí, pero al llegar a la meta todos los males se olvidan.
Sobre la organización sólo puedo decir que ha sido de 10. El diseño de los obstáculos mejora con cada carrera, incluso con sorpresas como el Tarzán Swing (aunque no me atreví a hacerlo). El recorrido es inmejorable, a pesar de sufrir como un cabrón, y la gestión de las duchas y el guardarropa es eficaz y están a la altura de lo que se paga.
Respecto a las próximas Spartans, voy a correr en Valencia la Sprint para ayudar a mi amigo Dave en su primera carrera, y el año que viene volveré a doblar en Super (mi distancia favorita) y Sprint en Madrid. En cuanto a lo demás seguiremos entrenando y probando nuevas cosas, disfrutando del camino. De momento termino la Beast con la satisfacción de cumplir un reto personal y rodeado de buenos amigos.
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